San Pedro de Atacama es denominada la Capital Arqueológica de Chile. Esto gracias a la labor desempeñada por el R.P. Gustavo Le Paige, misionero Jesuita radicado en San Pedro de Atacama en el año 1955. Su incesante interés en la recopilación y estudio de objetos arqueológicos que recogía en sus recorridos por los alrededores, lo llevó finalmente a crear lo que hoy es el Museo Arqueológico que lleva su nombre, actualmente en manos del Instituto de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad del Norte. Fallecido en el año 1980, su legado ha traspasado las fronteras y las investigaciones en la zona se han multiplicado arrojando importantes datos que hoy permiten conocer más detalladamente la forma de vida y desarrollo de los primeros pueblos que habitaron la zona.

Esta tierra, extremadamente árida y seca, conservó en su seno los restos de hombres que para sobrevivir, tuvieron que conquistar los terrenos más inhóspitos del mundo. Fue esa misma aridez la que hoy nos permite saber más de los atacameños y de su rico patrimonio andino. La sequedad ambiente posibilitó la buena conservación de los cuerpos y materiales perecederos. De esta manera, las “momias” se presentan con sus vestiduras originales, tejidas en lana de auquénidos y plumas, junto a la cerámica y objetos de cuero, madera, cobre y bronce que se estimaron necesarios para el viaje a la otra vida. La excelente conservación de los cuerpos permite establecer el tipo de alimentación y efectuar diversos análisis para conocer causales de muerte y otros interesantes datos. Los objetos encontrados han dado luces de su forma de vida, sus trabajos y religiosidad. Esa cultura que enterraba a sus hombres en posición fetal, como queriendo volver al vientre materno de la “Pachamama”, con sus restos nos muestra directamente cómo eran, vivían y qué hacían los hombres de Atacama. Los restos materiales que mejor se han conservado en esta cultura, son los utensilios de piedra. Cuero, madera y hueso, han sucumbido en mayor grado frente al paso del tiempo.

Las tumbas y las viviendas más antiguas encontradas, corresponden a cinco mil años atrás, fecha en que datan los primeros rasgos de asentamiento en el oasis de San Pedro de Atacama. Estas viviendas son circulares, de piedra, reunidas en pequeños conjuntos. Un ejemplo de ellas son las ruinas de Tulor, que hoy en día se encuentran a disposición para la visita de turistas.

Este tipo de campamentos se fue multiplicando, poblando los lugares más propicios de las quebradas; encontrándose entre sus ruinas huesos de camélidos, roedores y aves, restos de Chañar y Algarrobo, desechos líticos de canteras y otros vestigios que permiten darnos una idea del aprovechamiento multiecológico de las diferentes alturas y propiedades del entorno.

San Pedro de Atacama se encuentra rodeado de sitios arqueológicos. El pueblo mismo está asentado sobre cementerios antiquísimos y no es raro encontrarse en cualquier paseo con una punta de flecha o un enterramiento, lo que lamentablemente ha originado el tráfico de piezas arqueológicas de gran valor.