Las especiales condiciones ecológicas y geográficas del Desierto de Atacama, han determinado la existencia de una flora especialmente adaptada al medio. La gran mayoría de las especies vegetales, silvestres, autóctonas e introducidas de la zona, tienen utilidades tanto en la alimentación como en la medicina de la cultura local. De las rigurosas condiciones geográficas y climáticas, deriva que pocas plantas muestren un verde intenso, pero sí un amarillo verdoso, o también ceniciento. La puna es rica en vegetación y destaca la presencia casi permanente de paja brava y Coirón, que tiñen de un tono amarillento el paisaje. De gran importancia ha sido la “Llareta”, un musgo altiplánico utilizado históricamente como combustible por las comunidades de altura. Hasta hace algunas décadas, era común ver bajar camiones cargados de llareta desde la cordillera hasta ciudades como Calama y los poblados. Actualmente es difícil encontrar, pues está casi extinta. En la zona abundan también los cactos, entre los que destaca el colosal “Cáctus Candelabro” y las plantas forrajeras, las papas y el colliguay. Los faldeos cordilleranos presentan vegetación arbustiva, achaparrada y rastrera, como las conocidas “Pata de Perdiz” y “Tolillas”; o RicaRica y “PingoPingo”, comestible este último. Las faldas cordilleranas próximas a los valles e incluso sectores desérticos, periódicamente se tiñen de verde, ya sea a consecuencia de un invierno altiplánico de singular intensidad, o por otra causa que favorezca la humedad ambiental. Las plantas guardan su ración de agua en las raíces; juntándola gota a gota del rocío matutino o de la camanchaca, en espera de este lapso propicio. Brotan y florecen durante algunos días. Los habitantes del altiplano distinguen como plantas medicinales la “Lampaya” (antifebril), la “Chachacoma” (contra la “puna” o mal de altura), y la corteza de “Queñua” (como expectorante). También utilizan como medicina, hojas de Coca, traídas de Bolivia,
Las especiales condiciones ecológicas y geográficas del Desierto de Atacama, han determinado la existencia de una flora especialmente adaptada al